miércoles, 1 de julio de 2009

Mariana y El Dragón

Bajé de mi auto completamente ensangrentado y antes de sentarme en el asfalto, pensé que había desperdiciado la mitad de mi vida amando a Mariana.

Solo entonces pude llorar escandalosamente.

La radio aún sonaba, lúgubre, desde los restos del carro: "Wise men say: only fools rush in..."
Elvis verdugo.
Me habría roto dos costillas al menos, la cabeza me punzaba a causa de la infame cruda y diminutos fragmentos de cristal se habían encajado en mi rostro, provocando un insoportable escozor. Ningún cristal me había hecho mas daño que Mariana. Me consoló el hecho de no quedar paralítico. Pero me contraje sobre mi vientre en un apunzada. Vomité algunas flemas sanguinolentas, pero no el recuerdo de Mariana. El timón me había roto las tripas. Mi carro era una mierda motorizada, una orgía de fierros retorcidos que fornicaban groseramente en medio de fugas de aceite, liquido de frenos y anti congelante. Varios cables entonaban una rabiosa melodía compuesta de chispas y cortos circuitos. El  frente del carro había atrapado medio cuerpo del dragón. Abrazo Letal. Imagine que la bestia verde estaría muerta después de semejante impacto, al menos yo me había puesto el cinturón de seguridad. Al tiempo que me incorporaba nuevamente para verificar que alguna parte del motor pudiera salvarse -el seguro no pagaría semejante choque- me dió igual que el dragón aún respirara. Pero lo hacía. Sus fosas nasales se contraían a un ritmo desigual, llenando con sus vapores el ambiente de un olorfétido y picante.
La vida del monstruo palpitaba amenazante, igual que la imagen de Mariana en mi cabeza. Moví dos dedos, cosa que me hizo sentir que el alma se me resquebrajaba y separé los párpados de un ojo del dragón. Una pupila oval, amarilla, se clavó en todas y ninguna parte al mismo tiempo. Gruñó.
-¡Ese... ese fué!- gritó una voz, de las muchas que se habían encontrado alrededor del sitio donde yo había atropellado al dragón.

Me abandoné al dolor. Caí de bruces. Estuve a punto de fracturarme los huesos que aún estaban en una piza al dar de lleno contra el piso. Un policia se me acercó. Lo vi por encima de mi cabeza, a un costado del sol.
-Fué usted quién chocó contra el dragón?
-Le parece?- respondí lastimosamente. Antes de reírme caí en la disyuntiva de tragarme o no, de un bocado, el diente flojo que me acababa de zafar al caer. Suficientes desplantes de Mariana me había tragado ya. El guardian de la ley debió pensar que yo estaba delirando porque se dió la vuelta, compadecido. Pero sus palabras me tranquilizaron. 

-¡Pronto, parece que el animal esta vivo! ¡Retiren a los curiosos y traigan algo con que controlarlo en caso de que despierte! -gritó el oficial por el radio de su patrulla.

Take my hand, take my whole life too...

El dragón no era producto de mi delirium-tremens. No había confundido a un camión de materiales o a un punketo gigantesco con una bestia que yo creía mitológica. Había chocado con un dragón verde en el carril auxiliar del periferico. No había duda.
Me divirtió pensar que el alcohol que circulaba en mi sangre podría esterilizar mis heridas internas. ¡Todas menos las causadas por Mariana!
-¡Mami un Dragón! -gritó un niño.
Creí escuchar un helicóptero surcar el cielo. "A las tres de la mañana, ella podrá verme en el noticiero", pensé (murmuré). El dragón gruñó (respondió): "Olvidalo mano, yo voy a ser la noticia, no vos". No se en cual de los mas de cien idiomas que dominan los dragones me lo dijo, pero yo estaba tan crudo e instalado en el bajón de marihuana, que le entendí a la perfección. Alguien vestido de blanco se me puso enfrente. Con una lamparita me examinó los ojos, pero sólo una de mis pupilas fué herida por el diminuto haz de luz. Habia perdido un ojo en el impacto, y no lo había notado.

But I can't help...     (Elvis era la única medicina)

Fue entonces que los paramédicos retrocedieron, aterrados. Un dragón, esta vez de un color morado metálico, o como el cielo, cuando esta siendo poseído por el ocaso, descendió ágilmente en medio del periferico, cuyo tráfico se había paralizado de los dos lados. Tomo al verde por la cola y se lo hechó en la espalda.

-Fraktal, que estupideces andas haciendo. ¡Borracho! vergüenza te debería de dar, vi varios incendios cuando venía para aca, vomitaste varias veces, verdad?- le reclamó en español al dragón que había atropellado. Mientras el otro solo se quejaba en ningún idioma.
-No te preocupes, vas a estar bien. Te habras roto una costilla o dos, eso es todo. ¿No entendes que esa no es la forma de olvidarla? ¡Mariana ya no te quiere! tenes que hacerle huevos, tampoco es para que hagas tremendo vergueo!- le dijo su compañero antes de quitarle uno de los fierros de mi carro, que se le había alojado en la pata derecha. Los dos se perdieron en el cielo.

Me dió risa, pero no pude reirme. Pensé que de golpe, sin querer, me había salvado otra vez. Siempre que me emborrachaba y fumaba hierba, sentía incontrolables deseos de iniciar incendios. Esta noche varias quemazones traían mi firma. Y, ahora, gracias a que atropelle a un dragón ebrio que había bajado a vomitar a la tierra, cuando venía escapando a toda velocidad de la última de mis travesuras (culpa también, del despecho de Mariana), todo el mundo lo responsabilizaría a el de mis travesuras.

Comenzaron a subirme a la ambulancia.

Falling in lo/&%$##

Cuando creí que ya nada podía salir mal, el radio se descompuso.

1 comentario:

Unknown dijo...

El dragón habrá estado asegurado?

alcohol, bueno; marihuana, buena; juntos, malo -no deja ver