lunes, 1 de marzo de 2010

Polvo de Hada

Inesperadamente, en un momento me ví rodeado de hadas de colores. Con maravillosa sorpesa las contemplaba volando a mi alrededor esparciendo sobre mi un tintineante polvo de color azucena. Vestidas de luz solar. cubiertos sus pequeñitos cuerpos, a penas más grandes que mis manos, de diminutas estrellas plateadas que les dan magia y fantasía. Pares de hermosos ojos rasgados, intensos como esmeraldas con destellos de azul profundo, me observaban traviesos. Sus dvertidas miradas hacían juego con las sonrisas de intantil picardía que se formaban en sus labios, mostrándome unos diminutos dientes que se me figuraron como de juguete.

Volaban tantas alrededor mío que me sentía rodeado de encanto, se me acercaban como tiernas mariposas a las flores en primavera. Cada hada es única, delicada e igual de encantadora que la enterior. Sus caritas azucaradas, como las había soñado en el más dulce de mis sueños, me tenían cautivado.

Tanta era mi fascinación al contemplarlas que no me percaté del momento en que quedé atrapado. Ahora me doy cuenta de que sus pequeños dientes no son de juguete, por la manera como están royendo mi piel, y como sus dulces caritas de sueño devoran cada pedazo de carne que cubre mi cuerpo. Más que nada, deseo que sus tiernos cuerpo fueran de un tamaño mayor al de mi mano, para qeu de una buena vez terminen conmigo y con este agudo dolor que no acaba de matarme. Antipoesía.